viernes, 15 de julio de 2011

No existen las coincidencias, solo lo inevitable.



Una vez me pediste que escribiese para ti,
y ahora mis dedos son movidos por la pena
que me ahoga en mis miedos siendo la peor condena
recibida de mi alma por no protegerla de mí.

De mí, no de ti, de mi afán por ser iluso,
de mi atracción por el dolor que se incrusta en mi pecho,
del placer que parece darme indignarme por derecho...
qué mal hice al no dejar a mi corazón recluso.

Y ahora por mi descuido me castigan sin piedad,
y volveré a ser castigado con el paso del tiempo,
sé que ya no tengo caso, que no tengo remedio,
que por mucho que crezca, esto no es cosa de la edad.

Y una vez más en soledad, te recuerdo que no exagero,
que daría lo que fuera por aquellos días felices,
quiera o no, me vuelves loco y espero que no olvides
que se quedaba corto, minúsculo, decir "te quiero".

No hay comentarios:

Publicar un comentario