lunes, 29 de abril de 2013

Caos.


El infierno nunca estuvo tan cerca como en este momento, pues puedo sentir las brasas reposando en mis entrañas, quemándome muy dentro. Puedo sentir el fuego azotando mis heridas, como la cola de un látigo empuñado por el demonio más ruin.

Puedo sentir la vida alejándose de mí.

Pero ante todo, más que nunca, puedo ver cómo te alejas, cómo mi alma se queda sin la tuya, cómo se  va sin decir adiós.

Y el infierno, pese a todo, no parece un lugar tan malo; pues los sueños en los que aún te tengo son una tortura mil veces mayor.

No sabría definir cómo se rompe un corazón, pero sí sé que el mío ha estallado esta noche en mil pedazos que se han incrustado en mi interior.

Porque las calles nunca estuvieron tan mudas, ni mis mejillas tan mojadas, ni mis manos tan desnudas, ni mi alma tan gastada.

El brillo de la luna nunca pareció apagarse, nuestra historia nunca creyó acabarse, ni mi corazón decidió pararse.

No tanto como hoy.

Y por esto, y mil razones más, nunca estuve tan segura del principio del fin,
De que ya no habrá caminos que me lleven hasta ti.
Nunca estuve tan segura de algo, excepto al conocerte;
Aquel día en que, egoísta, decidí pertenecerte.

Y hoy, con el corazón plasmado en esta hoja de papel,
Te confieso tener, tan solo, en mi vida dos certezas:
Que a por ti no volveré, y que te amaré hasta que me muera.




No hay comentarios:

Publicar un comentario