miércoles, 30 de noviembre de 2011

Donde caben dos...

Intentaba conciliar el sueño en mi tienda, pero los ronquidos de Jeremy no lo hacían tarea fácil. Escuché cómo la cremallera de la entrada se abría y me incorporé asustado.

-¡Shh! Michael Julien Tryger, como hagas un solo ruido te mato.- Puse los ojos en blanco y me dejé caer hacia atrás recuperándome del susto. Entretanto Sophie había conseguido entrar y se acurrucó sobre mi pecho, riendo entre dientes.

-Vas a despertar a Jer…

- ¿Qué hay de malo? Donde caben dos… - No la dejé acabar y acallé esa malévola idea que comenzaba a tomar forma en su cabeza besándola con ternura, girando para tenerla debajo de mí. Nos acurrucamos dentro de mi saco de dormir y entre caricias y abrazos recibimos la luz de un nuevo día. Apenas había abierto los ojos cuando los labios de ella rozaron mi frente.

-Mike… Mike… -Quería contestarle pero el sueño me podía, la escuchaba lejos…

-¡Mike! – Recibí una colleja que me sacó de mi ensimismamiento, haciendo que las tiendas sin montar cayesen de mis manos.

-¡Auch! – Me froté la nuca con ímpetu, volviéndome para ver quién había sido. Así encontré a Cameron, con una sonrisa burlona en los labios y preparando un nuevo golpe, el cual esquivé riéndole la gracia. – Supongo que me lo merecía, estaba embobado.

- Ya te digo tío, Jer me contó que estabas algo distraído siempre, pero esto es pasarse, ¿no?

- ¡Bah! Jer no sabe de lo que habla. ¿Dónde están los demás?

-Nathael trae a Rachel, Valerie y Liam más tarde y yo he traído a Beth y Rick, que están ayudando a tu hermano con la leña.

-¿Ha venido Rick? – Un nudo de incomodidad se posó en mi estómago.

- Sí, quería tomarse un respiro… Y tú deberías hacer lo mismo. Aunque estoy seguro de que es tu intención.

- Créeme, lo es.- Cam se acercó y me abrazó antes de girarme de cara al horizonte, donde ya apenas se veía nada en la oscuridad de la noche. Podían adivinarse tenues siluetas de la naturaleza gracias a la luz de la luna llena: los árboles, una lechuza que despegaba de su refugio entre ellos y el riachuelo que empezaba a adquirir un brillo plateado decorado con leves destellos que provocaba el reflejo de las estrellas. De repente Cameron habló.

-No debiste elegir este lugar, amigo. Es demasiado mágico para que no te recuerde a ella.


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